Cultivando la espiritualidad
- Elvira A
- 27 feb 2019
- 2 Min. de lectura
Desde el punto estricto de la palabra, espiritualidad se refiere al vínculo entre el ser humano y alguna divinidad, o un D-os. Por ello, cuando hablamos de espiritualidad, por lo general lo relacionamos con religión.
Yo quiero hablar de otro tipo de espiritualidad, aquel que nos conecta con la naturaleza, con el silencio, con el crecimiento y la reflexión; con el silencio, con la escucha y con el deseo de ayudar a los demás.
La espiritualidad nos permite apreciar todo aquello que tenemos, a maravillarnos con lo que nos rodea, y a sentirnos plenos.
¿Cómo podemos cultivar la espiritualidad en nuestros hijos?
- Observando una pecera, una colección de piedras o el movimiento de las nubes en el cielo, en silencio.
- Sentándonos en un jardín, con los ojos cerrados y en silencio, por un rato, y después invitándolo a compartir lo que escuchó.
- En una noche clara, acostándonos en el pasto y observar las estrellas.
- Permitiéndoles jugar bajo la lluvia. (Después tomar un baño caliente.)
- Pisando el pasto y jugando en los charcos con los pies descalzos.
- Caminando por el jardín o un parque, observando las plantas y los insectos.
- Maravillándonos por los detalles que nos brinda la naturaleza: los animales, las plantas, los paisajes, los elementos...
- Mostrando gratitud por cada cosa que tenemos; por cada muestra de cariño o de amor que recibimos.
- Expresando gratitud por los regalos de la naturaleza:
- El sol que nos da calor.
- La luna que “adorna” e ilumina el cielo por la noche.
- El agua y los alimentos.
- Dando las gracias antes de dormir, por tener cerca a nuestros seres queridos.
- Identificando antes de dormir y agradeciendo los momentos agradables que tuvimos en el día.
22 de febrero de 2019






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