Disciplinar No es Castigar, es Educar

Disciplinar es poner límites. Los límites son parte de nuestra vida y son positivos.

Muchas veces relacionamos los límites con algo negativo, como con los castigos, por ejemplo, cuando en realidad, los límites son la estructura que le dan seguridad a nuestros hijos.

Algunos límites que ponemos de manera natural, por ejemplo, son la hora de dormir, la hora de comer, la hora de levantarse para ir a la escuela...

Tener límites en casa, da seguridad a nuestros hijos, pues saben qué esperar de nosotros. Cuando no somos consistentes con los límites, confundimos a los niños, pues no saben qué va a pasar; no saben si nos vamos a enojar cuando hacen determinada cosa, o simplemente lo vamos a dejar pasar.

Además, cuando somos consistentes con los límites, y los niños tienden a ser menos insistentes, y al saber que son inamovibles, suelen hacer menos berrinches.

Es importante tener claros cuáles son los límites que queremos que se cumplan en casa, y tratar de siempre respetarlos. Si hay

ciertos límites que creemos que no vamos a poder cumplir, es mejor no ponerlos.

Por ejemplo, si ponemos la regla de que únicamente se come sentado, no puede haber excepciones, como dejar que el niño coma parado, o mientras juega, con tal de que coma. Si pensamos que no la vamos a poder cumplir siempre, es mejor no poner esa regla.

Aunque a veces parece que poner límites requiere de mucho esfuerzo, si lo hacemos desde pequeños es mucho más fácil, pues los niños se van acostumbrando a ellos y los viven de manera más natural.

Cuando ya fuimos inconsistentes durante algún periodo de tiempo, sí se requiere de mayor esfuerzo ponerlos, pero al final del camino, vale la pena hacerlo, ya que para poder vivir en comunidad se necesitan límites, eso es algo innegable.