Rivalidad entre Hermanos “El mejor regalo que le podemos dar a un hijo, es un hermanito.”
- Elvira A
- 13 may 2019
- 2 Min. de lectura
Una terapeuta que me orientaba cuando mis hijos eran pequeños, en una ocasión me dijo: “El mejor regalo que le podemos dar a un hijo, es un hermanito.”
Desafortunadamente, es muy común que los hermanos se peleen, y es un tema que nos angustia mucho a los padres. Debemos reconocer que muchas veces somos los padres los que, sin querer, provocamos que la rivalidad entre hermanos se acreciente.
Cuando intervenimos en los conflictos entre hermanos, generalmente tendemos a proteger al pequeño, porque lo vemos más indefenso, lo que causa aún más celos, y quizás, hasta coraje, al hermano mayor.
Pero, ¿qué podemos hacer? Primero que nada, desde que llega el hermanito, no mostrarnos exageradamente protectores con el bebé. En la medida que se pueda, hay que permitirle cargarlo, tocarlo, y estar cerca de él. Podemos invitarlo a que nos ayude a bañar al bebé, a ponerle crema en su pancita, y hasta a darle de comer cuando empieza a comer papillas.
Cuando crece un poco más, quizás cuando empieza a gatear y comienza a querer agarrar los juguetes del hermano mayor, mostrarle respeto, diciéndole al pequeño que esos son juguetes de su hermano, y se le puede distraer dándole alguna otra cosa para que juegue.
Una vez que hermanito ya está lo suficientemente grande para interactuar con el mayor, se debe de tener cuidado de no regañar siempre al hermano mayor, cuando se suscite un problema. Lo que tiende a pasar cuando siempre se protege al pequeño, es que éste último comienza a provocar al mayor para que al regresarle el golpe o molestarlo de regreso, se le regañe al hermano grande.
Debemos enseñar a los niños a expresar lo que quieren, o cuando algo no les gusta, para que en lugar de golpear, puedan decir “no me gusta que me hagas así”, o “no me gusta que me pegues”. Nunca debemos enseñar a los hijos a pegar, y menos, nosotros pegarles a los hijos “para enseñarles que se siente”, porque estamos tratando de enseñar a no pegar, pegando.
Recordemos que “nuestros actos hablan más fuerte que nuestras palabras”.
Cuando los dos ya están en edad suficiente, debemos permitir que se arreglen entre ellos. Cuando mis hijos eran pequeños, quizás 6 y 3 años de edad, y comenzaban a pelear, yo me salía del cuarto.
Cuando regresaba, los dos estaban jugando de nuevo. Claro que hay que
tomar en cuenta como acostumbran pelearse, ya que nunca debemos dejarlos solos si
creemos que uno realmente puede lastimar seriamente al otro.
Darles tiempo por separado a cada uno, y constantemente expresarles cuánto los queremos, también ayuda a que la relación entre los hermanos sea mejor, pues entienden que aunque ahora sean dos, o tres, los seguimos queriendo igual que antes, o hasta más.






Comentarios